No quiere salir a pasear desde hace 8 meses
Calma es una collie de unos 4 años que no quiere salir a pasear. Hace unos meses su propietaria vendió su casa de campo de las afueras del pueblo y se fue a vivir a una casa más pequeña, con terraza y situada dentro de zona urbana.
El problema por el que nos consultó fue que Calma no quier salir a pasear más allá de la terraza de su casa. El problema llevaba repitiéndose desde el primer día que la perra se trasladó a la nueva casa hacía ya más de 8 meses.
Hace unas semanas tuvieron que sacarla porque debían ir al veterinario y después de perder todo el tiempo posible, no les quedó otra que sacarla medio tirando medio en brazos en contra de su voluntad. Preocupada por la situación contactan con nosotros.
Al llegar nos dimos cuenta de que habíamos visto en 2 ocasiones fugazmente a esta perra en su antigua casa, y nos acordamos de que como buena collie le gustaba mucho jugar con objetos. La perra estaba fantástica, con mejor aspecto incluso mejor que en su anterior casa. Jugaba, interactuaba y es verdad que alguna que otra asociación peculiar tenía. Por ejemplo, con la comida solo comía Jamón York, cosa que al cabo de una media hora cambio y paso a coger otros tipos de premios.
Nos recibieron con la puerta abierta de par en par y efectivamente la perra no salía a la calle ni cruzaba la puerta bajo ningún concepto.
Estuvimos un rato hablando con la propietaria y al mismo tiempo intentamos ponerle una pelota rellena para ver cómo se desenvolvía con ella y para ver que tal trabajaba sola por su cuenta. La rellenamos con Jamón York porque vimos que los premios que traíamos nosotros los cogía, pero no se los comía y la propietaria nos dijo que cada día le da unos trozos porque le encanta. En un principio no sabía muy bien cómo funcionaba la cosa, pero como buena collie en pocos minutos descubrió como empezar a sacar algunos premios. Evaluamos a ver qué tal se manejaba con la comida para realizar ejercicios y comprobar su motivación y todo fue muy correcto.
Calma tiene muchas ganas de hacer cosas y seguramente si se le empiezan a plantear desafíos mentales pronto le cogerá el gusto. No demostraba ningún tipo de miedo ni de incomodidad aparente para no querer salir a pasear.
Sacamos nuestro pequeño arsenal de juguetes para perros de todos los tamaños y texturas para que Calma pudiera pasárselo muy bien con nosotros y poder intentar estructurarle un poco el juego. Entrega correcta de juguete, jugar a luchar no solo a cazar, un poco de autocontrol, soltar y algunos comandos básicos para su manejo, todo introducido jugando unos minutos con ella.
Ya solo me quedaba ver su reacción a la hora de intentar sacarla a la calle. Cosa que no me suele gustar porque no es agradable para el perro, pero en muchos casos es vital poder ver esa reacción en directo para poder cambiar esa emoción negativa. Sacamos la correa, y la perra se puso muy contenta. Yo no entendía nada en ese momento, pero un segundo después cuando ya la fui a atar vi cómo sin más su cara le cambiaba.
No me hacía falta ver mucho más, esa cara lo decía todo. Saqué enseguida la correa y le dije a la dueña a ver si podía probar algunas cosas para intentar invitar a salir a la perra, pero que prefería no ponerle la correa para no condicionarla, sino intentar que ella directamente si quería, que tomara la iniciativa de salir, aunque fueran unos pocos metros. La idea de la comida era una idea básica, que ya habían probado, pero que no me suele gustar mucho. También porque ya lo han probado varias veces y la perra podía anticipar. La idea del juguete también la habían probado porque le encantan las pelotas de futbol, pero con lo que no habían contado y es lo que yo quería probar era con el juego de tira y afloja.
La sorpresa vino cuando me puse a activar a la perra con mi simple movimiento, sin pensarlo mucho me dirigí hacia la puerta y salí a la calle directamente, con la perra suelta, contenta, y a mi lado sin ningún problema para salir. Calma salió a la calle conmigo!
Seguimos a la perra unos 50 metros con una actitud por nuestra parte de juego. Una chica que pasaba por allí nos dio una mano y nos la sujetó para que finalmente le pudiéramos poner la correa. Fuimos a buscar a la propietaria porque la dejamos atrás cuando la perra salió de casa y dimos un paseíto muy tranquilo y relajado de unos minutos.
No corrimos a ponerle la correa porque era una situación que había que gestionar lo más positivo posible, y cualquier grito o sobre salto podía jugar en nuestra contra para futuras salidas a la calle.
Aún no hemos terminado de perfilar el informe con todo lo que recomendamos para que mejore el bienestar y manejo de Calma, pero su propietaria nos comunicó que ya no tiene ningún problema para salir y que lo va haciendo de forma regular. La próxima semana me toca ir a verla para su revisión, y para traerle un arnés y una correa más adecuados y cómodos para el paseo, junto a algunos otros materiales.